El Día del Oficio

IZASKUN ALBÉNIZ ÁLVAREZ DE EULATE · Huarte (Navarra) 

Acudí al colegio para cantar las bondades de la abogacía ante una audiencia que no rebasaba el metro treinta. A priori, sencillo. Sentado en una de aquellas sillas menudas me dispuse a explicar en qué consistía mi trabajo y resolver cuantas dudas infantiles fueran menester sin sospechar que, quien iba a comparecer y recibir un veredicto de culpabilidad sin fianza en la clase de mi hijo pequeño, iba a ser yo mismo. — ¿Defiendes a los buenos o también a los malos? ¿Crees que todos los que están en la cárcel son malos?— preguntó un chiquillo pecoso al tiempo que varias manos se alzaban en el aula. «Vaya, ahí tenemos un futuro periodista» pensé incómodo mientras un silencio recorría el aula a la espera de mi opinión. El aprieto, afortunadamente, se deshizo en un instante, con la última pregunta: — Y si te equivocas, ¿tu mamá te castiga sin merendar? Bendita inocencia.

 

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