La iracunda justicia de Orfeo

Daniel Aznar Alonso · Barcelona 

Me sentí tremendamente indignado cuando aparecieron aquellos tipos. Estaba yo en mi piscina particular, celebrando con amigos mi cumpleaños, en bañador y chanclas. Así recibí yo una citación para ser juzgado por el Tribunal de La Haya acusado de crímenes contra la humanidad. Mi abogado resultó ser un petardo, ya que no pudo evitar que me detuvieran y extraditaran. Hoy comienza, por fin, el juicio. La acusación reconoce que realmente no hay un delito estipulado para lo mío. Que se irá ampliando el código penal según vaya siendo juzgado, creando así la herencia de la jurisprudencia para futuros crímenes como el mío. Me siento como el campeón de los idiotas. Se procede a la escucha de la prueba incriminatoria número uno. Mi canción “La Barbacoa”, de 1994. Mi nuevo abogado me susurra al oído. – Sr. Dann, si se declara culpable y muestra arrepentimiento, quizá sólo le condenen a muerte.

 

 

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