La fiesta de cumpleaños

Carlos Brage Tuñón · Madrid 

Por ahí venía el campeón. El hijo de papá al que nunca se le había dicho la verdad sobre nada, ni siquiera acerca de su verdadero padre. Ese petardo de tío recibió como herencia el poderoso despacho del que creía era su progenitor, tras su repentino fallecimiento. Con ese andar cansino, parecía haber nacido para ser modelo de chanclas, una especie de adalid de la fatiga. Y como cada año, ahí estábamos sus «mejores amigos» invitados a su fiesta de cumpleaños, esperando de pie, alzando nuestras copas, recibiéndole con una cómplice sonrisa. Nuestros pensamientos parecían saltar de cabeza en cabeza como lo hacen los piojos en una guardería infantil. Ya junto a nosotros, comenzó su discurso: “Mi padre solía decir: Fácil es ser bueno, difícil es ser justo…”. Supimos entonces que nada cambiaría en el bufete. Y como cada año, brindamos por ello.

 

 

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