De seis en seis

Eva Barro García · Madrid 

A los seis años pateaba a Miguel porque envidiaba su colonia de limón. Le llamaba payaso.
A los doce, torturaba a Miguel, cuya supervivencia escolar fue heroica Sus contenciosos siempre se resolvían violentamente.
En su decimoctavo mayo logró salir de la escuela. Hacía tiempo que había perdido de vista a Miguel, quien, el mismo día que a él lo expulsaron por la enésima gamberrada, se graduaba como bachiller brillante.
Al cumplir veinticuatro, había intentado vivir: deudas, mudanzas y muchos vicios, además del convencimiento de que lo suyo no era trabajar.
A los treinta, fue detenido y maldijo su suerte. También Miguel soltó un exabrupto cuando se lo asignaron de oficio. Paladeó la venganza, pero siguió su código de conducta. Renunció al caso.
Seis años después, el juez levantaba su cadáver tras un ajuste de cuentas. Al firmar el informe, a Miguel no le tembló el pulso.

 

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