NEGLIGENCIA M¡DICA

GERMAN GIMENEZ IMIRIZALDU · Sabadell (Barcelona) 

En el espejo, la mirada vidriosa del anciano abogado aún conservaba la intuición que siempre le caracterizase. Seguía convencido de que algo no cuadraba. No sabía el qué, pero debía averiguarlo. Localizó su vieja lupa entre las fotografías de cuando era bebé, que llenaban el cajón de la cómoda. Con ochenta años, había dejado atrás dos tumores, un infarto, una rótula y varias intervenciones de cadera: el legado fisiológico de años recorriendo las calles en ardua tarea de reclamar honorarios, persecución a morosos, diligencias de embargo y algún susto con subasteros capaces de lo peor con tal de adjudicarse el remate de una finca por cuatro pesetas. Pero conservaba intacto su olfato innato para destapar el lucro escondido dentro de cualquier asunto. Y lo encontró en el parte médico de su última visita al oftalmólogo: error de diagnóstico, con resultado de pérdida de visión. Su jubilación estaba ahora asegurada.

 

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