El Convenio
ANNA VILÀ SAIZ · BarcelonaVuelta a empezar. Folio en blanco. Es la vigilia del día de Pascua y no hay nadie en el despacho más que yo, empeñada en acabar de redactar el convenio, pero la maldita cláusula me lo impide. Debería irme. Mi marido siempre me pide que no llegue tarde. Es legítimo que me lo pida, lo sé. Desvío la mirada hacia el reloj de la pantalla y veo que ya no hay nada que hacer. Hoy también llegaré tarde. Pero debo redactar la maldita cláusula y habré acabado. Habré acabado con todo. Ya está. Hecho. Lo imprimo, lo firmo y rápido para casa. Quiero que mi marido firme el convenio de divorcio esta misma noche.