Acta non verba
Diego Mourelle Barreiro · Carballo, A CoruñaUn nuevo escándalo de corrupción política aparecía en la televisión mientras mi madre servía el bogavante en la mesa. Mi padre, que trabajaba como sargento en la Guardia Civil, se desesperaba con el incremento de estas noticias que, tristemente, reflotaban los índices de audiencia de los medios de comunicación. Yo acababa de terminar mi carrera de derecho y, debido a la difícil situación económica de la época, había tenido que trabajar como reponedor, teleoperador e incluso de azafato de vuelo. No era una justa recompensa a mi esfuerzo pero menos daba una piedra. Además, sería algo pasajero. Ciertamente me sentía frustrado, especialmente al ver las presiones a las que eran sometidos los jueces en casos de aquella relevancia. «Verg¡enza debía de darle a ese corrupto, ojalá se pudra en la cárcel» exclamaba mi madre, mientras guardaba la paga extra que había cobrado en negro en un pequeño sobre blanco.