Abogaaado

Juan Pedro Ortega Sánchez · Madrid 

Entre copa y copa, trataba de explicarle la diferencia entre una acción y una preferente. –Comprar ésta no te convierte en accionista. El tipo asentía y balbuceaba. –Así… que… no… pue… pue… ¿Quién diablos era mi compañero de barra? ¿Por qué me había preguntado sobre la titularidad de acciones? ¿Qué hacía hablándole a un borracho anónimo? La noche estaba llegando a su ocaso y era tiempo de retirarme a dormir la mona. De repente escuché una voz detrás de mí: –Abogaaado, abogaaado. Me di la vuelta pero no vi a nadie. –Abogaaado, abogaaado. Aquella voz me resultaba familiar. Era… No, no podía ser. –Abogaaado. Decidí que ya había tenido bastante jolgorio por una noche. Beber es para abogados penalistas, y hacía años que yo había dejado de serlo. Cuando salí a la calle me sobresaltó el frío de la noche, aunque no tanto como esa sombra que me seguía. –Abogaaado.

 

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