Imagen de perfilRober Hood

VALERIA QUESADA CONTRERAS 

Me estrené en el turno de oficio defendiendo a un hombre acusado de cometer un robo con violencia en una farmacia.
El día del juicio negó los hechos alegando que se ganaba la vida con los hurtos. Ante las caras de sorpresa del compañero, fiscal y juez, Roberto (mi cliente), aclaró que parte del botín lo destinaba a personas sin hogar, a diferencia de los políticos corruptos, que nos robaban impunemente. Finalizó su discurso culpando a la maldita polarización de España, que nos impedía avanzar hacia una mayor empatía entre las personas, clave del progreso.
Cuando supo que había sido absuelto por prescripción del delito, me regaló un bolso. Dentro pude encontrar mi teléfono móvil (que había desaparecido el día del juicio), y una carta firmada por Rober Hood que garantizaba que, si me hacía cargo de sus temas, no volvería a recurrir a privarme de ninguna de mis pertenencias.

 

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