Imagen de perfilLA DECISIÓN

Mila Orozco Hermoso 

La pantalla del ordenador permanece en blanco mientras Juan se esfuerza en concentrarse para redactar un escrito que debe presentar mañana en el Juzgado. Pero su mirada se pierde una y otra vez entre las letras del encabezamiento genérico, lo único que ha logrado escribir. Por la ventana del despacho, en vez de coches ruidosos, le parece estar viendo los campos de trigo de su infancia. De nuevo recuerda los ojos profundos de su padre cuando le dijo:

– “Tengo que marcharme a la capital. No voy a poder seguir ayudándote con la finca. Quiero ser abogado.”

El silencio de su padre llevaba implícito el asentimiento a su decisión, la certeza de que no lo podría ligar contra su voluntad, la renuncia a ver continuada la tradición familiar.

Y, sin embargo, le apoyó.

Juan nunca olvidará la sonrisa orgullosa de su padre la primera vez que se puso la toga.

 

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