DEFENSA CUESTIONABLE
juan perez moralaEra un abogado de tipo genérico, generalista si se quiere, que prestaba asentimiento a defender cualquier causa y persona, por odiosa que fuera. Pero le repugnaba que lo que no había lavado el Ebro lo tuviera que lavar su pequeño Andarax almeriense. Valoraba la ética profesional y la dignidad del derecho político, por lo que detestaba la intromisión, en su tierra y en su mar, de un extraño personaje que, llegado subrepticiamente al lugar, no abominaba de ligar taimadamente su incoherencia y traición de ayer, con el hecho actual de ser nominado para primer diputado de un partido ocasional. No, no era trigo limpio desde la renuncia de todo cuanto prometió mientras disfrutó de honores y buen sueldo. Y ahora pretendía representar a ciudadanos ajenos, por tierra y por mar, pero nunca más por Aire. El generalista se asomó al Mediterráneo y se preguntó: “¿defendería yo a un ser así?”.
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Interesante relato que, con sutil elocuencia, expone la dicotomía siempre presente entre la ética y el interés particular, en el ejercicio profesional.
¡Cuán cierto es que mientras la banalidad no deja huella en la conciencia colectiva, los hombres de honor permanecen eternamente en la memoria, como esos restos que reposan en las inmediaciones del río Andarax, desde que el hombre andaba descalzo descubriendo el cobre!
Gracias por tu comentario: brillante y fresco, como la misma persona que creo adivinar hay detrás de esas palabras. Qué buenos segundos de filosofía para días y días de reflexión, virtud y esfuerzo tan a la baja hoy desafortunadamente. Mis respetos.
No, no era trigo limpio…