Alegato cavernícola
Marta Trutxuelo García¡Adiós, vida mía! Aceptaré la sentencia que me habéis impuesto, que me lanzáis como piedras talladas con vuestro desprecio. Tu defensa ha esgrimido unos argumentos irrefutables y certeros como el más afilado de los arpones. Algo ha cambiado, como cambian las lunas, como cambió con el fuego… entramos en una nueva era. Estos nuevos tiempos me obligan a una única salida: la renuncia. Es cierto, yo no podré ofrecerte un asentamiento estable, tan sólo una vida nómada. Nunca podré poner trigo en tu mesa, pero jamás te faltará un trozo de carne que llevarte a la boca. Y que sepas que yo no pretendía simplemente ligar contigo, como denota el gesto de asentimiento del jefe de tu clan en su sentencia; soy un hombre, en genérico, tanto como los que te defienden con sus palabras pulidas, y aunque no acepte los cambios del Neolítico, recuerda que tampoco soy un neandertal.