La última decisión

María López de Garayo de la Cruz · Pozuelo de Alarcón (Madrid) 

Se despertó precipitadamente, con la respiración entrecortada y empapado en sudor. En el sueño, más bien una pesadilla, se había visto totalmente perdido en aquel laberinto de incertidumbres, triquiñuelas, pruebas manipuladas y falsedades. Todo hacía apuntar a que perdería aquel juicio, y estaba resignado. Su cliente era un minero que, tras quedar atrapado en un yacimiento de carbón durante seis meses, había conseguido salir, pero las secuelas del accidente le habían dejado incapacitado para continuar con su vida cotidiana, y pese a que todo esto le daba la razón, estaba convencido de que el veredicto sería desfavorable. No era fácil que la historia se repitiera. No era probable que David volviera a ganar a Goliat. Y entonces se dio cuenta de que se estaba haciendo mayor y de que debía abandonar la profesión que durante cuarenta años tanto le había divertido y que ahora le impedía dormir tranquilo.

 

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