Louis Cypher

Juan Francisco Mármol Aroca · Vélez-Málaga 

La personación del cliente en mi despacho era esperada. Tan elegante, con un traje de diseño, su aspecto flamante, su rostro y su voz que se me hacían tan familiares, pero que no conseguía identificar. Aquel macabro asunto concluyó como jamás imaginé: absolución, pese a que las pruebas apuntaban a una condena durísima. Durante la asistencia a la larga vista había sabido conquistar a los magistrados de la sala. Extrajo un huevo duro de un bolsillo y comenzó a pelarlo con la larga uña del meñique derecho. Entonces temblé. “Vengo a pagarle. Un día bromeó con que vendería el alma por un asunto de renombre. Aquella fue su señal, su fianza, su pacto. Actuó bien en el juicio. Me absolvieron. He aquí mi pago: le devuelvo el alma”. Entonces, aterrado, lo entendí todo. Gracias a aquel proceso alcancé reconocimiento, dinero y poder, pero desde entonces no puedo conciliar el sueño.

 

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