¿Sobreseimiento?

Andrés Ibáñez · La Coruña 

Me había llevado una hora confeccionar y poner en práctica el diseño de mi peculiar sala de vistas.
El caso era sencillo: se juzgaba a mi hermano Fran por un delito de lesiones sobre el osito de peluche de mi prima Ana con la agravante de alevosía. Sería necesaria la asistencia de mi padre en la prueba pericial, nadie mejor que un médico para evaluar las señales y menoscabos en el cuerpo de la víctima. En cuanto a ésta, ¿se puede requerir la personación de un osito de peluche, o es necesario buscar otra palabra?
Llamé a mi hermano para que pasase a declarar como imputado. No hubo respuesta, sólo un griterío indescifrable desde la cocina.
Mi madre le había traído a Ana un nuevo osito de peluche. Ella se lo restregaba por la cara a Fran, mientras le decía “éste es mucho más bonito, quédate tú con el otro”.

 

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