Silencioso observador
Ángela Teresa Yegro Segovia · MadridLe observo con detenimiento en su caminar nervioso por la habitación. A veces farfulla frases que no entiendo y términos jurídicos que desconozco, o lanza un sonoro golpe sobre la montaña de expedientes.
Desde mi rincón, testigo mudo, no pierdo detalle cuando prepara sus casos. Con la mirada le sigo por el pasillo, la negra toga ondeando al viento siempre que pasa por mi lado; luce tan elegante y atractivo…
Luego, en la intimidad, me acaricia con dulzura, me revuelve el pelo distraídamente mientras hojea el libro de derecho administrativo, me dedica palabras bonitas al recitar el Código Civil.
No puedo evitar sentir devoción por él. Somos un equipo. Sé que le ayudo solo con escucharle. Pero también le gusta preguntarme: «¿Verdad que se trata claramente de un caso de alta traición? Entonces muevo alegremente la cola y respondo: «¡Guau!».