El niño invisible
ROCÍO PALOMINO GONZÁLEZ · JAÉNA sus 12 años parecía invisible ante ellos. Esto le dolía incluso más que la paliza que le pegó hacía unos días un alumno de cursos superiores. Era la única manera de explicar ese dolor porque anteriormente había sido feliz; ahora sentía que era el fin del mundo. Para que lo escucharan comenzó a llamar la atención, llorar, patalear, gritar…Esta vez no funcionó. Ellos discutían incesantemente utilizando palabras extrañas como guardia y custodia, intercambio y visitas. Después, una montaña de ropa, maletas, portazos y silencio. Así, como muchos otros, viví la separación de mis padres, y así, lo cuento a los clientes que acuden a mi despacho para divorciarse, buscando desestimar la petición del otro por venganza o interés. Para que estos hechos no queden en la impunidad, rescato del olvido al menor que sufre y que no entiende, le doy voz y presencia al niño que fui.