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MERCEDES JIMENEZ JIMENEZ 

Coincidimos hace años en la academia donde preparábamos judicatura. Era un tipo brillante que tuvo a bien apodarme Gorgias.
Una mañana apareció en el despacho solicitando mis servicios. Ayudar a aquel sujeto estimulaba mi ego. Por supuesto conseguí demostrar que no había cometido el delito de estafa que se le imputaba. A partir de entonces acometimos algunos negocios en común que me proporcionaron suculentos beneficios.
Tras meses sin noticias, apareció en el despacho con un informe bajo el brazo. Emocionado me aseguró que este negocio nos aseguraría el pan de por vida y parsimoniosamente me relató el programa a seguir. Su canto de sirenas me sedujo hasta el punto de invertir en aquella bicoca todo mi patrimonio.
Dos años después ansío entrar en sala y demostrar al juez que este tipo me estafó.
Gorgias : “Nada es ni cierto ni falso pero se puede demostrar que lo es”.

 

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