Manolo Banquillo

Belén Sáenz Montero · MADRID 

¿Te has enterado de lo de aquel tipo tan curioso, el abogado? Pobrete, ¿cómo se llamaba? ¡Ah, sí, Banquillo – te lo juro – Manolo Banquillo, o eso decía él. ¡Qué cosas tiene esta vida! Siempre atendía sus negocios en hostales, o si la cosa iba bien en hoteles. No era mal tipo; le gustaba jugar a ser extravagante. A mí, por ejemplo, me sacó una gaseosa para brindar que llevaba en el bolsillo interior de su gabardina. Nunca pensé que nadie quisiera hacerle mal. En este mundillo respetamos a los animalitos de peluche como él, es un pacto de honor. Tampoco pensé que fuera tan pardillo, le dije que nunca firmara nada, ni el más mísero recibo. Y el tonto de él me decía: “sí, Su Señoría, da gusto tratar con caballeros como ustedes”.

 

 

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