El pacto

Juan Carlos Colás Ruiz de Azagra · Zaragoza 

A los nueve años estrechamos nuestras manos. Compartimos juegos, aventuras, escorchones y alguna merienda; aquellos partidos interminables y en la victoria un brindis con gaseosa sabor a gloria. Alguna chica sin piedad nos distanció para luego hacernos más fuertes. Después llegó la moto, nuestra moto a medias y algún recibo devuelto. Más tarde, más tarde… la vida. Hace un par de meses lo encontré tambaleándose a la salida de un hotel. Sus manos sin fuerza se apoyaron en mis hombros, esbozando una ligera sonrisa cruzada por una lágrima. Dos cafés, pocas risas y una historia. No podía dejarle solo, estaría faltando a nuestro pacto de por vida. Y ahí está, sentado en el banquillo de los acusados y soy yo el que ahora le sonríe y le guiña un ojo; y comienzo: «Con la Venia Señoría…»

 

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