CRISIS
Amaia Maialen Serrano Uria · BilbaoDesde el banquillo, observo cómo mi abogado lucha por defenderme, mientras sus ojos muestran desprecio. Mi caso es el de un hombre que un día entró en crisis. La crisis de los cincuenta. No sé cuál fue su origen. Tal vez el aburrimiento rutinario, o, simplemente, el miedo a la edad. Los síntomas empezaron con la compra de una moto, finalizando con la toma y posesión de mi secretaria, cada viernes, en la habitación de un discreto hotel. Yo no la empujé. Derramé la gaseosa y ella resbaló, precipitándose al vacío con fatal consecuencia. Mi abogado cree en esta historia. Esta no es la causa de su desprecio, sino mi incumplimiento del pacto de fidelidad que tenía con su madre. Recibo lo que merezco. Mi consuelo es pensar que mi hijo, defendiendo mi caso a pesar de sus implicaciones personales, está preparado para hacerse cargo del bufete familiar.