Imagen de perfilEl peso de la Ley

Jose María Diaz Gete 

¡Silencio en la sala!, ¡por última vez!, ¡si su cliente no cambia de actitud será acusado de desacato!.
Una pantalla exponía la transparencia de una joven con piruleta y al acusado agarrándola, pero la concurrencia de tanta gente no facilitaba una prueba definitiva del crimen.
Con manos temblorosas, mirada en un peculiar tomo del Código Penal sin actualizar, encuadernado en madera, esquinas metálicas y cartón a modo de marca páginas, el abogado defensor enmudeció y pidió un receso, mientras el acusado, reconocido malhechor, que durante todo el juicio no dejó de burlarse de los padres de la víctima, salía fuera a fumar sintiéndose impune.
En un acto de rabia la madre estalló en lágrimas y agarrando el voluminoso libro del abogado, lo lanzó por la ventana entre gritos.
Nadie lloró al ver al acusado ensangrentado en la acera, se dice que le cayó encima todo el peso de la Ley.

 

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