El aprendiz y el maestro
Eva María Cardona GuaschHace poco tiempo que comparto mi tiempo y mis casos con un aspirante a abogado. Cada mañana, este pasante llega al despacho con ambición de aprender. No se entretiene con zarandajas sino que pone en marcha su mente como un disco duro ávido de retener información. Como le gano en años también le aventajo en experiencia aunque envidio su esmerada formación y desparpajo. Con independencia de pequeños éxitos procesales, ya ha ganado algún pleito menor. Ayer me acompañó a un juicio largo y complejo. A la salida, alabó mi actuación y me preguntó: “¿Cuándo dejaré yo de pasar nervios en Sala?” Me quité la toga y me sequé disimuladamente el sudor de la nuca. Como respuesta, me limité a sonreírle al tiempo que pensaba para mis adentros: “Espero que nunca. El abogado que no siente tensión sobre el estrado es un abogado acabado”.