De tal palo…
Manuel MontesinosEn espera del indulto que lo salvara de la silla eléctrica, el atracador hizo prometer al joven abogado que le haría llegar a su único hijo una cartera oculta en un apartado de correos.
La suspensión de la ejecución nunca llegó, y el abogado, fiel a su palabra, entregó al chico aquella cartera de la que extrajo una pequeña libreta y un revólver que ocultó en el bolsillo de su pantalón corto. Todo estaba perfectamente dibujado. El itinerario más seguro hasta el banco, una ruta de huida en color rojo. Las horas y las esquinas donde estarían apostados los policías sobornados. La evidencia de un trabajo concienzudo.
Estaba a punto de llorar, pero pensó con rapidez: por previsión cargaría el revólver, luego se dirigiría al banco. Todo estaba listo, todo, hasta que el mismo abogado le hizo ver que los pies no le alcanzaban a los pedales del automóvil.
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Suerte Manuel…