Su último juicio

Alberto Artaza · La Coruña 

Al salir a la calle abrió la ventanilla del coche para fumar un cigarrillo y reflexionar unos minutos. Acababa de cerrar el bufete tras rematar el último pleito hacía pocos días. Entre bocanadas de humo, le resultaba difícil hacer una valoración de conjunto. Cuarenta años dan para mucho, sobre todo para él, que había absorbido el trabajo como una esponja. Muchos éxitos, algunos fracasos y una cierta dosis de prestigio bien ganado. Tiraba la toalla porque, sin hijos, no tenía sentido mantener el despacho. Lo había abierto solo hace cuarenta años y lo cerraría solo. Lo que ahora le seducía era disfrutar de una jubilación planificada al milímetro. Cambiaria todo el prestigio y el dinero acumulado por estos años venideros, tantas veces ensoñados como de placer, descanso y armonía. Abstraído en este juicio interior, ignoró por completo el camión que, descontrolado, le alcanzó de lleno por su lateral.

 

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