Sigue el espectáculo

Pedro Llinares Cervera · Valencia 

Todo Pekín hablaba del mago venido de Europa. Mario Escamilla iba a realizar su última actuación en la capital china. Millones de personas en el mundo seguían el acontecimiento por televisión con el corazón en un puño. Mario salió a escena acompañado por dos ayudantes uniformados. Las cegadoras luces de los focos y flases no le inquietaron. Su mirada era inexpresiva. Tras dejar los objetos personales en un cubo, sus ayudantes le ataron en la camilla según lo previsto en el señalamiento. El mecanismo se accionó y Mario cerró los ojos. La inyección letal hizo su efecto. El Gobierno español no consiguió su absolución pese a que la confesión fue realizada bajo tortura. Mario pasó a ser una denuncia más en la página Amnistía Internacional. En China sigue el espectáculo.

 

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