Penitencia

Javier de Pedro Peinado · La Alberca, Murcia 

Había sido una leyenda en la ciudad como defensor de delincuentes de la peor condición, con una nómina de clientes tan extensa como indeseable. Y aunque últimamente trataba de adormecer su conciencia presidiendo tribunales de arbitraje, ahora regresaba, tras varios años alejado de la profesión, para enfrentarse con las querellas de sus demonios. En especial, aquel que le acosaba desde que Galmandiano, mítico violador en serie con catorce muescas en el cinto, que había quedado en libertad hace años gracias a su habilidad para encontrar defectos formales en cualquier expediente, atacara a la hija de su amigo. Sólo hacía mi trabajo, se decía para poder cerrar los ojos por la noche. Pero ahora debía de afrontar la enésima estación de penitencia y explicarle a su amigo que, a veces, los buenos pierden y que, a menudo, en esta carrera, la única forma de frenar es ir aún más rápido

 

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