La vida

Remedios Mondejar Pedreño 

Estoy en la estación. Pasa un tren, veo la gente subir y bajar. Unos andan a toda prisa. Otros, hombres de negocios, van a la carrera, siempre con estrés; y sólo unos pocos, viven. Ahora trabajo en la estación. Hace unos años me interpusieron una querella criminal por un delito que no cometí. No he vuelto a levantar cabeza o eso creía yo. Tuve que someterme al arbitraje contra uno de mis mejores empleados; a la semana me despidieron y adiós a mi inflada y flamante nómina. Adiós a mi brillante carrera de jurista. Me detectaron un linfoma. Mi familia, casi destrozada. Pero ahora, ya recuperado por completo, con mi familia a mi lado, creo que me ha pasado lo mejor que me podía pasar en la vida. Ahora ya todo tiene sentido. Tengo un trabajo para vivir. No vivo para trabajar. Vivir es lo único que merece la pena.

 

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