Injurias y calumnias

Julio García Castillo · Madrid 

”Bochornoso arbitraje”, titulaba el Marca. Lo escondió cuando Perlita de Sanlúcar entró como un ciclón en el despacho. En sus treinta años de carrera, la tonadillera había compartido cama con los empresarios más influyentes del showbusiness. ¡Y, a estas alturas, cierta prensa comentaba abiertamente supuestas inclinaciones lésbicas! Ni tener en nómina a un par de periodistas de la telebasura había frenado tal insidia. La temperamental estrella le lanzó a la cara un puñado de revistas. “¡Ponles una querella!”, exigió con la garra que impregnaba su hit “Fuego en mis entrañas”. “A las ocho tengo que estar en la estación para coger el AVE y quiero ver los papeles listos”. Intentó disudirla: “No te metas en esos charcos. Pero si la polémica ha aumentado tu caché…”. Ella bordaba la pose de dignidad ofendida, cuando entró su secretaria. Perlita se quedó hipnotizada, sin despegar los ojos del generoso escote.

 

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