Espadas en alto
Víctor Salgado · Rivas Vacíamadrid (Madrid)Espadas en alto Mientras me abalanzo sobre ella, descubro a ese cretino de aprendiz de abogado intentando tomarme la delantera. Ha pasado la cena adulando a los socios del bufete. ¡Por favor, que alguien traiga una esponja para recoger sus babas de la mesa! Ahora, osa disputarme la presa. Evidentemente, también se ha fijado en ella. No hay vuelta atrás. Las espadas están en alto. Nos miramos desafiantes y… “¡Maldito muerto de hambre, es mía!” –grito enardecido y fuera de juicio. Su palillo y el mío chocan violentamente contra el plato astillándose entre los dedos. La última aceituna, que nadaba voluptuosamente en el aliño de la ensalada, salta por encima del conjunto de sabrosas viandas encontrando refugio en el generoso escote de la hija de nuestro presidente. Al amanecer, tendremos la oportunidad de solucionar nuestras diferencias, sin jueces ni juristas, frente a la ventanilla del paro.