Imagen de perfilEscasez de recursos

Erik Aostri 

A medida que aumentaba la población del refugio, también lo hacía el hambre. El crecimiento en el número de refugiados ha sido exponencial desde que comenzó el invierno nuclear. Cuando se construyó el refugio, a cada uno de nosotros nos asignaron una tarea. A mí me encomendaron la misión de proteger el suministro de electricidad en la central hidroeléctrica, a unos 4 km de allí. Recuerdo que lo recibí con pesar. Pensaba continuamente en los años que gasté tratando de sacarme la carrera de Derecho, y después el Máster, para acabar haciendo de perro guardián. En este nuevo mundo mis diplomas son papel mojado, y no cabe recurso alguno. Aunque, a decir verdad, antes de que todo acabase yo estaba trabajando de camarero. Ahora al menos mis horas extra sí son remuneradas y tengo habitación propia.

 

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3 comentarios

  • Existe un mantra que forma parte de nuestras vidas: los tiempos están difíciles. Siempre hay problemas preocupantes e incluso acuciantes. Sin embargo, ya lo hemos comprobado en este último año tan complejo, todo puede ir siempre a peor, y más allá incluso. El proyecto de vida de un futuro abogado se puede ver tan trucado, que por el solo hecho de tener un sueldo y un techo ya se da por complacido, aunque el infierno nuclear lo haya trastocado todo.
    Un relato que, a pesar de su futuro distópico, preocupante y posible, sirve para que valoremos lo que tenemos, sin dejar de intentar un mundo mejor, antes de que se estropee del todo.
    Un saludo y suerte, Erik