Imagen de perfilLa Confesión

Luis Castilla Ortiz 

Recibí la noticia de la muerte de mi padre en pleno juicio. Sin embargo, no tuve valor para dejar de litigar, era su legado y por eso, hasta que no terminó la sesión, no me pudo la fatiga y sentado en un banco también lloré su pérdida. Ella hace unos días, ahora él, ella un disparo en un atraco, suicidio él.
Por herencia sólo me dejó la llave de su despacho, ese lugar sagrado para mí, al que no tuve valor de entrar hasta que su incinerado cuerpo navegó junto al viento cálido de la sierra. Abrí el cajón del escritorio y descubrí un sobre cerrado que estaba dirigido a mí. Impaciente lo rasgué y tomé la carta entre mis manos.
La confesión fue un shock. No podía creer que mi padre hubiera sido capaz de aquello, pero el casquillo que rodaba en el cajón era la prueba definitiva.

 

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