Vendedor de chuches

Manuel de la Peña Garrido · Madrid 

El viejo vendedor de chuches, junto a las gominolas y el regaliz, da lecciones de Derecho. “No seáis injustos ni abusones”, aconseja cariñoso a los chiquillos. Decenios antes, su auditorio lo formaban futuros letrados. Prestigioso catedrático, líder moral. Otros tiempos. Elegido por su amistad con los astrofísicos e investigadores atómicos, aceptó ser espía. Entonces la guerra se libraba en el espacio. Cohetes, satélites militares. Fue delatado por una agente doble. Guarda su sentencia condenatoria bajo una pila de tebeos. Perdió su cátedra. Sus colegas le llamaron «traidor», «títere de su ideología extremista». En la cárcel, estuvo aislado. Ahora abre un código derogado, sepultado bajo sobres de cromos. Contempla la manoseada foto escondida en el libro: Sonia, su único móvil, su única razón. Quedó hechizado por la ardiente mirada de aquella espía surgida del frío. Hizo la voluntad de ella. Lo pagó caro.

 

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