Imagen de perfilLLAMADA A MEDIANOCHE

Laura Gómez Hernández 

Sabía que aquella llamada de madrugada de mi jefe cambiaría para siempre mi carrera. La conversación fue breve y su voz firme: “Vente al despacho enseguida –me dijo- hay un asunto urgente y necesito discreción”. Me levanté rápidamente y mientras intentaba controlar mi respiración, me anudé la corbata y miré de reojo el calendario de la nevera. Había llegado el momento. Sabía que esta sería mi oportunidad de ser nombrado socio del bufete. No podía creerme que el asunto de Mr. Smith –un fiscal americano que buscaba asilo en España- me lo asignasen a mí. Enseguida me imaginé haciendo declaraciones a la prensa, ¡iba a ser un abogado famoso! El corazón me latía enérgicamente. Entré en el despacho y un grito me sobresaltó: “¡Pero hombre, eres un fenómeno, qué rápido has llegado!”. Y ahí estaba él: agachado, con la cara roja y la corbata atascada en el triturador de papeles.

 

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