Imagen de perfilLA PLAGA DIVINA

RUBÉN MORENO GARCÍA 

Cuenta la leyenda que en un país muy, muy cercano ¡perdón! lejano existía un pueblo que adoraba a una diosa llamada Justicia. Era venerada en respetados templos: los palacios de justicia. Éstos servían como lugar de asilo para todos aquellos que reclamaban amparo. En ellos se celebraban solemnes actos oficiados por sacerdotes, los juristas, entre los que había ilustres abogados, jueces, fiscales…, enfundados en sobrios vestidos negros. Las sagradas escrituras ordenaban que los sacrificios realizados en honor de la deidad debían celebrarse sin dilaciones indebidas, es decir, de la forma más breve posible. Cierto día, tras el reiterado incumplimiento del mandato divino, la diosa enfureció y castigó a su pueblo por medio de un extraño fenómeno: una plaga de calendarios. Desde entonces éstos presiden todos y cada uno de los palacios de justicia, recordando que los actos en honor de la diosa han de celebrarse en tiempo (y en forma).

 

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