Carta a Pomponio
Amaya Uña OrejónAmigo Pomponio, añoro mis tiempos en Sicilia, dónde fui amado y la política aún no corría por mis venas, quizás nunca hube de abandonar mi carrera como jurista, profesor, defensor convencido de la sufridora plebe. Un cartel de desafío pesa ahora sobre mí. Mañana denunciaré ante el Senado a Catilina, este ambicioso deshecho del patriciado amenaza mi existencia. Piensan matarme, amigo mío, al anochecer y bajo esa trémula luz que nubla la Vía Sacra, desean acuchillar la razón y el entendimiento romano, cubrir de sangre mi toga y enterrar con ella la pluma a la que tanto temen. Han dictado mi sentencia, fruto de burda explotación de insidia y de táctil odio a la justicia, a la ley. Poseo los datos de la estratagema homicida y he de trascenderlos para que la verg¡enza y el estigma de la sedición les cubran como un manto pétreo de escarnio. Marco Tulio Cicerón