Ante todo, un gran abogado

Alazne Fernández Saez · Bermeo (Vizcaya) 

Mary prendió un cigarrillo mientras el agente revisaba su documentación. La melena pelirroja cubría uno de sus verdes ojos. Habría podido despertar el morbo del más frío de los mortales, pero ese agente era duro de pelar. No sería fácil eludir la multa, Mary tendría que emplearse a fondo. De pronto, como una exhalación, el espectro de su marido pasó ante sus ojos. Él había sido el más afamado abogado de la ciudad hasta morir mientras trabajaba en un oscuro caso de malversación de fondos. Él le hablo: “Dile que estás fuera de su jurisdicción”. Mary sonrió. “Me temo que estoy fuera de su jurisdicción”, y con un gesto subió su falda hasta dejar el negro liguero al descubierto. El agente dejó caer las gafas oscuras hasta la punta de su nariz. Ya no hubo más que hablar. “Gracias Amor, te debo una” susurró Mary mientras, sugerente, apagaba su cigarrillo.

 

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