Pena Capital
Concepción Sánchez Santos · BarcelonaBurgos Octubre 1956 Querida niña, aunque parezca extraño, anoche dormí profundamente, como una marmota. Hoy será mi juicio. Y mi condena. La abogada dice que no me preocupe, que saldré en libertad con fianza. Pero yo sé. Sé que soy culpable. Y sé que cuando el juez suba al estrado, mi suerte estará echada. Sólo a ti extrañaré en ese lugar al que mi alma irá cuando abandone este mundo, mientras todos vuelven tranquilos a sus casas, y malcrían a sus hijos. ¿Recuerdas cómo nos divertíamos? ¡Cómo gozábamos viendo, en verano, nuestras bocas manchadas de zumo de mora! Tu placer era el azúcar de la mermelada que ya no haremos más. ¡Cómo gozábamos, en otoño, asando castañas al fuego! Pero tuvo que aparecer él. Y a ti, mi niña, nadie te hace daño. NADIE. Al menos mientras yo tenga un cuchillo y mi mano la fuerza necesaria para usarlo.