Cuestión de criterios
Ana Saus Vila · Vallada (Valencia)Era el día del juicio final. A última hora de la tarde solo quedábamos los abogados. Mientras el sonido de una lluvia lejana golpeaba los gruesos mueros de la sala, todos preparábamos un alegato que nos permitiese entrar en el ultraterrenal cielo azul. San PEdro se nos acercaba a paso de tortuga desde la lejanía, jugueteando con un manojo de llaves. Por mi mente, y supongo que también por la de mis colegas, empezaron a pasar todas las imágenes de las buenas y malas acciones que habíamos realizado en nuestra vida. Yo no era excesivamente católico, pero a juzgar por las caras de temor de los demás, parecía no haber indicio para preocuparse. El viejo guardián de las nubes había llegado. Con una larga barba plateada y una voz sorprendentemente potente dijo: ‘ Señores abogados, no queda tiempo. Los de calcetines negros, que pasen. El resto, al infierno’.