Colegiado 211

Amor Lago Menéndez · Valladolid 

El roto en el calcetín era un claro indicio de la falta de clientes y las minutas impagadas. Su situación económica, muy precaria, rayaba en la indigencia. Por eso, cuando recibió el encargo de defender a un traficante que llevaba varios meses en prisión, la lluvia paró y, entre las nubes, apareció el sol resplandeciente ¡Un nuevo caso! Ahora se encontraba en el centro penitenciario para conocer a su cliente y preparar los alegatos de la inminente vista. Sin embargo, franqueado el último control, sin saber porqué, ralentizó sus pasos como una tortuga. Un oscuro presentimiento que se confirmó al sentarse frente a él, en la desangelada sala del locutorio: “Mi querido compañero, colegiado 211, que mal nos va la profesión…”.

 

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