Celos

Pablo Goldbarg · Cambridge (EEUU) 

Cruzará la puerta en cualquier momento. Traerá, como siempre, al insoportable de su novio. Ella, luciendo la cartera que sólo lleva a los conciertos; él, con el nudo de su corbata en forma de diamante. Me saludarán afectuosamente e intentarán hablarme por unos minutos, aunque sólo estén deseando amarse apasionadamente como si yo no existiera. Disimularán enroscándose en conversaciones sobre leyes y tribunales, o comentarán cómo el violinista de turno ha ejecutado la técnica del legato. Dormirán juntos, ¡a pesar de mi presencia en la casa! Mañana desayunaremos, sin siquiera importarles si yo veo un calcetín en el piso. Mientras tanto, aquella puerta no se abre, y yo sigo aquí, mirando las gotas de lluvia resbalando en la ventana como lágrimas. Lo peor es que ella, a pesar de ser una astuta abogada, no encuentra indicio alguno para darse cuenta que estoy celosa. ¡¨Tan difícil es entender a una tortuga?

 

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