Venganza

Teresa Lagranja Vallés · Castellón de la Plana 

El abogado abandonó la sala con la cabeza baja. Había perdido y era la tercera vez que fracasaba al enfrentarse con esa fiscal inclemente. Por un momento creyó que vencería, pero al final ella había demostrado sin ningún género de dudas que su defendida, de nacionalidad colombiana, había envenenado a la anciana dándole a beber el agua anisada de aquel inocente botijo. Se sentía humillado, harto de soportar su derrota.
Entró en su casa arrojando el maletín y el abrigo sobre el sofá. Después avanzó lentamente hacia el dormitorio iluminado. Contempló la mancha negra de la toga sobre la cama y a su esposa de espaldas, en ropa interior. Sin darle tiempo a reaccionar golpeó su cabeza con el atizador de la chimenea hundiéndole el cráneo.
Al contemplar su cuerpo exánime, pensó que después de todo, su matrimonio con una fiscal tan brillante había sido una experiencia muy didáctica.

 

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