De profesión: abogado

Juan Carlos Somoza García · Bilbao 

Pensé que tenía que decírselo, pero seguí guardando el secreto en mi mochila… Nos habíamos conocido cuando contesté a su encuesta, saliendo del Juzgado. Era una mujer grácil, llena de luz y musicalidad, sus formas recordaban el encanto de la inocencia y su mirada acabó absorbiendo mi esencia e identidad… Tenía derecho a saberlo… Traté de darle pistas, le hablé de un caso y su instrucción, más tarde de un decreto y sus repercusiones en un juicio; pero al final, desnudo de nombre y cautivado, me quedé mudo admirando la belleza que colgaba de su brazo y aprendía… Iba a decírselo… Fui torpe en mi infancia, amigo de rincones y compañeros de papel, y en aquel momento necesitaba sus manos aferradas a mi soledad. Vivía en una burbuja inventando el silencio… Apuré el whisky y me decidí… “Soy… ¡Soy abogado!”—exclamé—. “Nadie es perfecto” —me contestó—. Doy fe.

 

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