Desde el barracón

José Vicente Jiménez Ribas 

Décadas de superávit de abogados eficientes acabaron eternizando los juicios. La Justicia, colapsada, provocó que la burbuja del Estado de Derecho estallara: miles de pleitos se aplazaron indefinidamente mientras otros tantos abogados perdíamos nuestro trabajo. Las encuestas mostraban un malestar ciudadano sin precedentes. El Gobierno reaccionó: según el Real Decreto de Mayo de 2025, inteligencias artificiales relevarían a jueces, fiscales y abogados. Funcionó. Siguiendo sus instrucciones, los juicios empezaron a resolverse en días. Dijeron que ni en la mochila de Dora se hubiera hallado mejor solución al caos. La idea se extrapoló. Se sustituyó a policías por androides. El crimen descendió un 97%. Los políticos fueron reemplazados por ordenadores empáticos. Corrupción y populismo desaparecieron. Reciclamos la democracia en tecnocracia. Dejamos de votar. Entonces los humanos fuimos “retirados”. Conciencias obsoletas, concluyeron las IAs. Nos mantienen con vida sólo para tareas de mantenimiento. Desde mi barracón, como antiguo abogado, casi desearía defenderlas.

 

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