Se veía venir

María del Pilar Acedo Vallejo · Madrid 

Lo habíamos hablado: podíamos esgrimir tantos motivos, argumentos, razones… Pudiste mostrar tu cuerpo devastado, aquel ojo contusionado, tus heridas ocultas. Porque más difícil resultaba mostrar tu alma rota. Pudiste –debiste- enfrentarte, pero no fuiste capaz de afrontar ese trajín, dijiste en tu extraño castellano. Porque para ti esa palabra reflejaba tu vida (el trabajo, la casa, los hijos, la lucha por la integración). Todo era puro trajín. Y él complicándolo todo más aún. Optaste por el desistimiento a pesar de nuestros consejos, porque ya no podías soportar un proceso, asegurabas. Preferiste renunciar a nuestra defensa. Y no te lo podemos reprochar, porque sería culpabilizarte cuando tú has sido la víctima de este drama. Yo no quiero reprochártelo, es cierto, pero una mezcla de lástima y de rabia me invade en este momento en el que el televisor refleja cómo tu familia arrojan tus cenizas al mar.

 

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