Se hizo justicia

Diego Aránega Pérez · Lleida 

El perito fue muy claro: la verdura contenía veneno. Y el fiscal añadió: suficiente veneno como para matar a un caballo. Por tanto, la sentencia condenatoria dictada por el juez fue impecable, creo que nadie cambiaría ni una letra, ni una coma. Ahora pasaré el resto de mi ya dilatada vida en la cárcel, pero así se cumple mi plan a la perfección. En realidad, debería decir nuestro plan porque los dos lo urdimos con paciencia. Él agonizaba tras una larga enfermedad y quería descansar. Yo, pobre de mí, no podía soportar la idea de acabar en una de aquellas horribles residencias geriátricas. ¿Y quién desea ser libre cuando la persona amada ya no te acompañará nunca más? Admito que fue duro mirarle a los ojos mientras le daba la verdura mortal, pero no lloré. Sólo le di un beso y esperé a que cerrara los ojos para siempre.

 

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