Imagen de perfilEL MIMO DE LA TOGA

PATRICIA DURÓ ALEU 

“Todo sueño frustrado requiere de un plan alternativo”. Ese era el pensamiento de Leandro cada mañana mientras se maquillaba, se ataviaba la toga y se dirigía a la Rambla para ocupar su puesto entre el cowboy del lazo y Sissi Emperatriz. A cada euro que iba a parar a su birrete de fieltro le seguía, código civil en mano, la escenificación de un alegato y una rocambolesca reverencia, sobre un cajón de fruta transmutado en estrado. “Jamás pensé que mi futuro fuera a ser éste”, se decía recordando sus estudios de derecho. Al final de la jornada, recorría de nuevo la Rambla de regreso. Lo vi arrastrando su raída toga sonriente, seguramente satisfecho por haber podido ocupar la vía pública durante unas horas sin sufrir el decomiso de las ganancias por parte de sus vecinos… O tal vez por haber dado, una vez más, cumplido testimonio de su verdadera vocación.

 

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