SER PERSONA PARA SER ABOGADO
Estrella CabezónEl aniversario de bodas de Lucía y Juan se convirtió, como era de esperar, en un auténtico juicio. Ambos, abogados de profesión, no podían evitar llevar cada conversación al terreno legal. Esa noche, Juan, con gesto solemne, declaró:
—Voy a cotejar todas las pruebas de amor que has presentado este año.
Lucía, con una sonrisa inquietante, se levantó de la mesa.
—Tu baile patético en la boda de mi prima fue un claro intento de delinquir contra el buen gusto —replicó, con mirada astuta.
Juan simuló ofenderse, pero ambos sabían que jugaban.
—¿Y qué hay de tu olvido del aniversario del año pasado? —añadió Juan, en tono de fiscal implacable.
—¡Objeción! —respondió ella, alzando la mano—. Fue un error procesal, no premeditado.
Al final, tras risas y miradas cómplices, dictaron la sentencia más justa: culpables de amarse con locura. Y como pena… un beso, sin derecho a apelación.
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Una propuesta romántica. En el mundo hace falta más amor.
Un relato romántico y emotivo. Mi voto.
Lucía y Juan, abogados, celebraron su aniversario bajo un tono legal. Juan presentó pruebas de amor y Lucía contraatacó, recordando su «baile patético». Sus intervenciones ingeniosas continuaron, hasta que ambos se declararon culpables de amarse locamente. La sentencia fue un beso, sin derecho a apelación. Este divertido juicio resalta cómo, incluso en situaciones serias, el amor y el humor pueden coexistir, como en Monkey Mart, donde todo es juego.