Tiempo de retirada
Julia Lucía ParientePara afrontar mi último juicio decidí tirar de memoria. Llevaba casi cuarenta años ejerciendo como abogado, así que una intervención en sala no tenía mayor misterio para mí.
Después de un inicio tedioso con las ratificaciones de las partes y la lectura de algún que otro decreto, llegó el momento estelar: la testifical de la ex amante de mi cliente, el acusado.
Improvisé una estrategia agresiva, decidido a desequilibrar a la testigo con mi veteranía. Sin embargo, a la jueza pareció no gustarle y no cesó en interrupciones varias. Aquello me desconcentró por completo, así que por un momento efímero desconecté y tuve que dar por concluido anticipadamente el interrogatorio.
Lo peor no fue el fracaso estrepitoso, si no la sonrisilla del abogado imberbe de la defensa.
Recogí mis cosas y me retiré con la cabeza alta para tratar de proteger mi reputación herida. Claramente era hora de retirarse.