Imagen de perfilSolo un favor

Alejandro Perez Iglesias 

Era mi primer juicio mediático. Un gran caso, un gran riesgo. Podría encumbrarme, podría defenestrarme. Él apareció un día en el juzgado. Sonriente, bien parecido, gomina, perfume caro, traje de buen tejido. -“Te ayudaré. Ganarás”. -“Paso. Quiero preservar mi independencia, me va bien solo” “No lo parece, únicamente me deberás un favor” insistió. Tenía razón, yo estaba desesperado -“Acepto” Sonrió satisfecho, se dio media vuelta. Después, una sorpresa, un testimonio nuevo. Un giro total. Inocente contra todo pronóstico. El abogado de moda. Trabajo, dinero, fama, casos importantes. Alguna ocasión más “¿Te ayudo?, solo me deberás un favor” “Venga” Otra, cada vez más. Y allí estaba siempre, observándome, en todas partes. Al cerrar los ojos cada noche.

Llevo medio año aquí encerrado. Medicinas. Terapia. Caras compasivas. “No estoy loco” repito. Miro por la ventana. Allí está, bien visible en el jardín. Sonriente, porte elegante. Todavía le debo el favor.

 

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4 comentarios

  • Cuando alguien toma un camino demasiado fácil, un atajo incorrecto, de alguna forma queda marcado para siempre; no solo eso, a partir de entonces le resultará muy difícil retomar la senda acertada.
    El enigmático y poderoso personaje que socorre y tienta a tu protagonista puede que exista realmente, o tal vez solo se encuentra en su cabeza, pero la carga de deber algo, de estar en manos de alguien, de alguna forma, es algo difícil de sobrellevar, de ahí las consecuencias.
    Interesante y original relato, Alejandro.
    Un saludo